El punto de vista de Gabriela
Me rocié perfume en el cuello y sonreí ante el espejo. Llevo puesto el camisón más revelador y bonito que tengo en el armario, estoy esperando a mi invitado especial. Miro el reloj de pared y veo que ya son las 11 de la noche.
Alejandro me dijo que vendría a mi habitación cuando mi madre ya estuviera dormida, pero llega tarde. Suspiré antes de tumbarme en la cama y mirar el móvil mientras lo esperaba. Pero me detuve cuando alguien llamó a la puerta y la abrió, lo que me hizo sonreír en secreto, pero sin mirarlo.
Me besó en la mejilla y murmuró: «Hueles muy bien. ¿Te has arreglado para mí?».
Me alejé de él y le respondí: «Llegas tarde».
«Sabes que tengo que esperar antes de venir aquí, Gabriella. Tu madre sospechará si la dejo sola mientras está despierta».
Hice un puchero y apoyé mi mano en su pecho: «Pero te he esperado demasiado tiempo».
«Lo sé, cariño».
Le rodeé el cuello con los brazos y sonreí: «Tenemos que estar callados porque no quiero que mi mad