Habíamos pasado una semana completa separados, y los dos no podíamos esperar más.
Cárlenton se acerca a mí y comienza a besarme, yo encantada devorando su boca, cuanto anhelaba sus besos.
Mi señor arrogante se deshizo de sus pantalones y me quitó mi bata de dormir, quedando ambos desnudos.
Comenzó a tocarme con pasión y deseo, mientras succionaba con su boca uno de mis pechos con la mano masajeaba el otro, yo disfrutaba y me quemaba del placer.
Bajó sus manos a mis piernas, acarició y besó con vehemencia cada una de ellas, subiendo poco a poco a mi vagina, dejando calientes besos encima de ella.
Luego me hizo separar las piernas y hundió su lengua dentro de mí para saborear mi dulzura, simulando una penetración, viajó hasta mi clítoris que ya estaba sensible de tanto que deseaba que le prestaran atención y comenzó a chuparlo y acariciarlo con su lengua.
Yo lo tomaba del cabello y lo empujaba más hacia mí, sentí que me introdujo un dedo, luego dos y eso fue lo que necesité para que