Dentro del baño de esa habitación hay un hombre robusto y guapo que se está duchando y gracias a que tenía abierta la regadera no se ha dado cuenta de que hay alguien más en su habitación.
—¡Qué raro, pareciera que ya hubo alguien ocupando esta habitación antes de mí, y la mucama no ha hecho la respectiva limpieza! —exclamo ella con asombro. —Ah, creo que para ser un hotel de cinco estrellas, son demasiado cochinos.
No sé por qué a las personas que cuentan con demasiado dinero les gustan estas cosas extravagantes y sin sentido, ni modo, me tocará que arreglar la cama antes de ir a darme una ducha. —Dijo la chica, pero no se percató del hombre que acaba de salir del baño.
—¿Quién eres y qué haces en mi habitación? —Gritó Eduardo al ver a una mujer tendiendo la sábana de su cama.
—¡Ah! Exclamó la chica, colocando su mano sobre su pecho y dándose la vuelta, ella estaba inclinada y de espaldas al hombre. —Él le ha dado un susto de muerte que ella no se lo esperaba.
—¿Luna? ¿Qué… que hac