Capítulo 77

Keira

El hombre ni se inmuta cuando Sebastian me presenta. ¿A caso le había hablado de mi?

—Es un gusto conocerla, singorina Keira. —Me estrecha la mano con un fuerte apretón y sonríe con aparente simpatía.

—Lo mismo digo, señor Flavio —pronuncio sonriéndole. Me parece un hombre muy dulce y amistoso.

—Solo Flavio, estamos en confianza, singorina —enuncia con voz cantarina y con un marcado acento italiano. El señor es muy amable y atento y nos cede el paso al interior de una amplia y pulcra cocina. Me parece extraño que se encuentre tan solitaria, pero guardo mi inquietud para mí. Sospecho que pronto sabré a qué se debe todo esto—. Te dejo en tu casa, Bastian —anuncia Flavio no mucho después de dejarnos entrar a su cocina. Se quita el mandil y se lo entrega al alemán. Después, se despide de mí con un beso en mi mejilla y sale por la misma puerta por la que ingresamos.

—¿Por qué se va?

—No los necesitamos, vamos a cocinar nuestra propia comida.

—¿Qué? —me rio—. ¿Quieres morir de
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