La porcelana y el acero, se someten a una dolorosa prueba. Parte II

—¡Altezas! No sabía que ustedes estaban escuchando. —la voz de Susett se escuchó aterrada.

—Claro, y por eso creíste que tenías el derecho de venir a la habitación de la señorita Richmond, para decirle esas barbaridades, ¿No es cierto? —le reclamó Seong-Jin a Susett, mientras Lexter corrió a abrazar a Alondra de forma protectora—. ¿Acaso no tienes sentimientos?

—Príncipe Seong… yo… no fue mi intención… pero…

—No quiero escuchar justificaciones baratas de tu parte Susett, lo único que quiero escuchar es una explicación coherente, sobre lo que dijiste de los traidores Richmond. —la interrumpió Lexter de forma severa, mientras Alondra escondía su cabeza en el pecho del Príncipe heredero.

—Yo… yo no… no puedo decir nada, lo siento.

—Creo que no has entendido mis palabras Susett MacDowell, por lo que creo que debo expresarme mejor. Si en este momento, tú no nos explicas cómo es que sabes que los padres biológicos de Alondra la convirtieron en una Dojagi, yo me encargaré de retirarte el amp
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