De inmediato, mi mente me hace imaginarme siendo una especie de ladrona que se oculta en la oscuridad, para que no la vean. Sin embargo, debido a mi situación actual, dudo que pueda hacer algún movimiento sorprendente sin quejarme de dolor.
— Póngase esto y estaremos listos — dice el señor Rolf con una piel de animal que huele demasiado extraño.
— ¿Qué dices
— Su aroma es especifica, por lo que, todos sabemos que está cerca, aunque este a quinientos metros de distancia. Pero con esto, podremos disfrazar su aroma y acercarnos por breves minutos hasta la habitación del señor.
— Entiendo tu punto, pero, eso huele demasiado mal. Yo no quiero poderme esto. — digo renuente a ponerme ello.
— Lo sé. Es un aroma característica que los lobos no podemos tolerarlo. Así que, podrá esconderse en ella, sin que los demás perciban su aroma. — explica el señor Rolf y yo dudo, pero, después de todo, yo era la que quería ir.
— Entiendo, hagámoslo.
— No podrá usar la silla de ruedas. Por lo que, tendré qu