Charlotte contó cada detalle del plan, mientras manejaban lejos del pueblo, aunque a Curthwulf no le parecía buena idea, debía reconocer que por lo menos, en la puntería, su esposa era buena y él era magnífico corriendo rápido.
Así que, serían un buen equipo. Debían serlo si querían que todo saliera bien y lo necesitaban o podrían perder todo lo que con ese plan arriesgaban. Aunque, quien más estaba preocupado era Carlos.
— ¿Por qué debo ir yo? — pregunta Carlos preocupado.
— Ya te lo dije, necesito lanzarte al auto y que tengas a Zaid para poder disparar. Yo puedo herir al conductor, pero te necesito para que salgas con Zaid o en su defecto, evites que choquen. Así que, por favor, concéntrate. Apenas te lance, debes actuar.
— No me agrada la idea de ser el gato volador.
— Carlos, viniste a ayudar, deja de quejarte tanto. — dice Charlotte.
— Sí, pero, me estás pidiendo demasiado, aún tengo heridas del ataque de aquel animal que formó Gustav, no creo que pueda volar de un lobo a un