El chico sabía que no había puertas antibalas en un pueblo olvidado incluso por el mismo alcalde. Así que, solo era, disparar al pomo y acabar con ambos si alguno ponía resistencia. Por lo que, aprieta el gatillo deseando escuchar el disparo.
— ¿Phett, eres tú? — pregunta la anciana detrás del chico que de inmediato guarda su arma.
— ¿Abuela? ¿Qué haces?
— Sabes que trabajo como voluntaria para la limpieza de la plaza. Lo que no entiendo es, ¿Por qué estás aquí? — pregunta la anciana.
— Oh, es que… venía a distraer un poco la mente y escuché un ruido raro. Así que, quise venir a ver si todo está bien. — dice Phett mirando a su abuela con una sonrisa.
— Oh, que bueno es mi chico. Pensé que estabas distinto después de haber ido al ejército y que te dieran de baja, pero, me alegra que sigas siendo el chico bueno que crie.
— Bueno, abuela. ¿Pasa algo dentro?
— No es nada. Solo unos recién casados que no pueden separarse, aunque lo intenten. — dice la anciana sonriendo.
— ¿Los conoces,