Papá sigue con la expresión de que debemos estarle tomando el pelo, y Dan sigue con el rostro pálido. Un poquito más y se me desmaya.
—Dices que te llamas Dan — une mi padre sus manos en forma de plegaría.
Dan asienta apretando sus labios. Papá sonríe.
—¡Dime que te sigues llamando Dan ahora! — le grita mientras se quiere abalanzar encima de él.
Pero Dan es más rápido que mi padre, se viene a poner detrás de mí a usarme como escudo. Mi papá lo quiero agarrar desde varios ángulos, y desde todos esos ángulos Dan me usa como escudo al sujetarme por los hombros. Es suficiente luego de 10 segundos.
—¡Ya basta los dos! ¡Compórtense como adultos! — exclamo molesta, y con ironía, era la más joven de los tres. O bueno, si contamos la edad mental de Dan, no lo era.
—¡Quién debería comportarse como adulto es tu esposo! ¿Eso es lo que ha estado usando para manipularte e impedir que te divorcies de él? ¡Tiene que ser una mentira! — espeta mi padre.
—Podré ser muchas cosas, pero no un mentiroso — s