Por más que intente llamar a Damián este no me contesta, y mientras más horas pasa sin contestarme más son los mensajes y llamadas perdidas que se van acumulando en mi celular. Amy no ha parado de escribirme, pero no he leído sus mensajes. Digamos que me preocupa cómo está mi esposo a un nivel estratosférico.
—Vamos, contéstame Damián. Tienes que hacerlo… — susurro estresada.
Escucho algunos golpes a la puerta de la que era mi habitación al vivir en la casa de mis padres. Aquí era donde me había encerrado para evitar dar explicaciones.
—El espacio a solas se ha acabado, hija. Es momento de hablar de esto ¿no crees? — habla mi madre.
Desisto de llamar a Damián, bajo el celular, y no hago más que abrirle la puerta a mi madre. Ella no está sola como era de esperarse, también está mi padre con ella.
—No quiero que caigan en reportajes sensacionalistas de la prensa — les pido dando paso a que entren.
—Parecen más que reportajes sensacionalistas, hay testimonios, anónimos, y filtraciones mé