Tras un fin de semana «familiar», de ir con Hannah, Alisson y Justin al parque, a hacer un picnic y divertirse en los juegos, teatro y a comer helado, Andy llegó a casa de su madre para dejar a Justin, que venía más dormido que despierto. Se ocupo de acompañarlo a bañarse, y ya cuando se estaba vistiendo cabeceaba y tenía los ojos cerrados. Se durmió apenas pegar la cabeza de la almohada.
Él ya tenía claro lo que debía hacer con el pequeño, que sería su sobrino sin importar nada, y al verlo dormir de lo más tranquilo en su cama en esta casa lo tuvo más claro.
Bajó las escaleras a paso lento. Tras pasar todo el día correteando con dos niños pequeños hiperactivos, porque Justin ya no era el niño tímido que acostumbraba a esconderse detrás de su madre o a suprimir sus emociones, estaba agotado pero contento.
Su sobrino se había comportado como un niño normal sin la influencia de la desquiciada de Lenna, reía y correteaba con Alisson por acá y por allá, casi como si ambos se conocieran de