Capítulo 88. Dejar en libertad a su loba.
Un enjambre de vampiros emergió de las profundidades de la cueva directo a ellos. Los lobos los esperaron preparados.
En la entrada, del lado de adentro, inició la pelea. A pesar de que los engendros eran mayoría, muchos estaban en estado deplorable y resultaba sencillo acabarlos, aunque, luego de unos minutos, comenzaron a salir vampiros que tenían mejores condiciones físicas.
«¡Salgan de la cueva!», ordenó Maddox a través de su poder mental a todos los lobos. Afuera, al ser de día, el sol los ayudaría a debilitarlos.
Con esfuerzo fueron saliendo sin dejar de luchar, desmembrando, con ayuda de sus garras y colmillos, los cuerpos huesudos de los engendros. Sin estar exentos de recibir ataques.
Muchos de los vampiros ya tenían las garras de sus manos afiladas, que eran más cortantes que las de ellos. Otros poseían su dentadura completa, llena de dientes punzantes que segregaban un veneno que los debilitaba. A pesar de las heridas, ninguno se detuvo.
Maddox, para evitar que tuvieran alg