Maddox entró en la habitación. A pesar de encontrarse las luces encendidas, no se oían movimientos.Él sabía que Alana estaba adentro, tranquila, podía presentir su presencia y sus emociones. Al llegar a la cama la vio acostada de lado, sin zapatos y por completo dormida.La agitación que había tenido esos días por lo sucedido en la isla y en la mansión la dejó agotada.Apagó las luces y se quitó los zapatos para acostarse junto a ella, también de lado y de cara a la loba. La observó con detalle mientras dormía, fascinado por su respiración serena.Como tenía el ceño fruncido le acarició con delicadeza la frente con un dedo hasta lograr que se relajara. Luego no pudo evitarlo más y continuó repasando su bello rostro con delicadeza.La hizo sonreír dormida y hasta susurrar su nombre en medio de un gemido. Eso lo hizo sentirse poderoso.Ella pensaba en él, soñaba con él, lo deseaba de la misma forma en que él la deseaba, era más que evidente.Allí estaba frente a su hembra, una que habí
El dictamen de Maddox los inquietó a todos, sobre todo, a Armand, y más cuando vieron que Alana lo apoyaba, declarando que no iría a ninguna parte sin él.Aquello dejaba sentado que, a pesar de que Maddox aún no la había reclamado como su hembra, entre ambos existía un sentimiento poderoso que ambos aceptaban por completo.—Hija, tienes que pensarlo mejor —intentó mediar Francine cuando le dieron la oportunidad de estar a solas con la loba, en la habitación que le habían concedido.—Lo he pensado mucho estas semanas. Maddox es mi predestinado, quiero estar con él.—Es muy pronto para tomar una decisión de ese calibre, más aún, si tu vida no está estabilizada. Yo te recomiendo que se den un tiempo para que tú conozcas a tu manada y todos los recuerdos de tu madre. Luego, veremos cómo se desarrollan las cosas.—Quiero conocer a los Leblane, saber quién era mi madre, cuáles eran sus sueños y sus preferencias, pero voy a hacerlo de la mano de Maddox. Él es mi estabilidad.Francine suspiró
Mientras Alana hablaba con su tía en su habitación, Maddox se reunió con su padre y con Gustav Leblane en un salón de reuniones del hotel, que Kyle les había gestionado para que tuvieran privacidad.—Escucha, muchacho, no sé exactamente qué ha sucedido entre mi sobrina y tú, pero entiende que ella de ahora en adelante será protegida por la manada Leblane —expuso Gustav encarando a Maddox con severidad.El macho alfa se irguió con prepotencia, aunque guardó sus manos en los bolsillos de su pantalón en un gesto de control total de sus emociones.—Entiendo que pretendan obtener mucho de ella ahora que recién la han descubierto, pero comprendan que no hallaron a una hembra sola, asustada y desamparada. Alana es una loba alfa llena de convicción y determinación, con una familia humana a cuestas que no piensa soltar por nada del mundo y quien ya halló a su macho predestinado. Ustedes no la incluirán en su vida, tienen que meterse con inteligencia en la de ella si desean recuperar el lazo fa
Cuando Maddox entró en la habitación, Francine se inquietó. Enseguida se despidió de Alana y quedó de reunirse con ella durante el almuerzo para que siguieran conversando.Al salir, le dedicó una mirada cargada de desprecio al lobo que este le respondió de la misma manera.—¿Qué sucedió? —quiso saber él.—Insiste en llevarme a Canadá por un tiempo.—¿Y tú qué deseas? —Alana lo observó con pesar y nerviosismo—. ¿Qué deseas? —insistió Maddox, sumido en una gran tensión. Temía su respuesta.—Deseo estar contigo, pero tú no quieres estar conmigo.—¿Por qué dices eso?—Porque le das muchas largas a lo nuestro. Aseguras que soy tu hembra, pero no me reclamas. Creo que lo haces porque sabes que conmigo perderás mucho más que tu manada.Él recostó la espalda en la pared, como si lo hubiesen abatido con un golpe.—Me da igual lo que pierda o no, nunca he tenido nada en realidad, siempre he sido un lobo relegado. Lo hago porque no quiero imponerte nada. No quiero ser como ellos.Alana lo observ
Aquella mañana, Maddox no solo la hizo suya una sola vez, sino varias veces. Parecía no saciarse nunca.Alana quedó rendida entre sus brazos cuando el sol del mediodía se engalanó en el cielo. Él la cubrió de forma protectora, pegándola a sí para sentir todo su calor.Mientras ella dormía, Maddox pensaba en el futuro, en los lugares a los que podía llevarla para que vivieran sin ningún tipo de acoso y en cómo la protegería de los otros alfas que pudiesen rondarla. Todos esos temas lo angustiaban.—¿En qué piensas? —preguntó la loba acariciándole el pecho.—Pensé que dormías.—No quiero dormir para no perderte de vista —reveló, cubriendo la cintura de él con su brazo.Maddox sonrió con pereza y besó su cabeza.—Me tendrás tanto tiempo junto a ti, que llegará un momento en que te vas a cansar de mi presencia.—Eso nunca pasará —aseguró apretando su agarre. Él aumentó la sonrisa.—Voy a necesitar salir de la habitación para hablar con Kyle.Ella respiró hondo, resignada.—Y yo para habla
Alana fue a la habitación de George encontrándolo acostado en su cama, cubierto hasta la nariz. Keenan veía la televisión con Neris y Logan.—¿Papá? ¿Estás bien?Ella se sentó a su lado y tocó su frente, tenía algo de fiebre.—Me duelen los huesos —se quejó él, adormilado.—Maldición y la medicina que nos dieron los africanos se nos acabó.Apoyó las manos en sus rodillas y entrelazó las manos en una pose pensativa. Necesitaba hallar un doctor que evaluara a su padre.—No te preocupes, hija, estaré bien. Ya me tomé unos analgésicos.—Lo tuyo no se cura con analgésicos. Hablaré con Maddox para que te vea un médico.—Ya me han visto varios en la isla y sabes que nunca encontraron nada.—Lo que pasaba en la isla era provocado —expresó con enfado—. Estoy segura que el alcalde dirigía todo eso para sacar a los granjeros de sus tierras, ya fuera bajo amenaza o por enfermedad.—Quiero volver a Sutton, Alana —expuso el hombre con pesar—. Allá están los restos de mi esposa.La loba se preocupó
Para Alana fue fácil ubicar a Maddox en el hotel porque su vínculo la dirigía. Él también pudo captar su cercanía mucho antes de que ella llegara a la oficina donde estaba reunido con Kyle, así que se alejó del computador donde el lobo le explicaba lo que habían hallado para reunirse con loba junto a la puerta.Ella miró con recelo a los lobos que se encontraban dentro de la oficina y quienes la vieron con curiosidad aunque no le mantuvieron la mirada. Bajaron el rostro con sumisión.Desde que se había unido a Maddox, su energía de hembra alfa había aumentado.—¿Estás bien? —quiso saber él acariciándole el rostro y viéndola con adoración.Le quitó la bufanda del cuello para que todos notaran la marca que le había dejado antes de que esta desapareciera, un signo de orgullo en la raza. Bajó el rostro y dio un beso en la herida que rápido cicatrizaba.—Mi papá está enfermando de forma acelerada.Él apretó el ceño.—¿Le sucede lo mismo que había sufrido en Sutton?—No, antes estuvo aqueja
El mirador de los Tulipanes era un sitio ubicado en las afueras de la ciudad, donde la inmensidad de los campos reinaba. Era posible reunirse a hablar allí sin la preocupación de que alguien estuviese en las cercanías para escucharlos o acecharlos.Como lobos podían vigilar el horizonte divisando a algún enemigo y sorprenderlo antes de que llegara a ellos.—Vaya, te vinculaste —respondió Eric con una sonrisa al ver a su hermano salir del auto y aproximarse a él. Pudo captar el aroma de su unión.Eric también había ido solo y esperaba sentado en la carrocería trasera de su camioneta. Maddox se ubicó a su lado en medio de un suspiro, se quitó los lentes de sol y oteó los alrededores con precaución.—No hay nadie, ya me aseguré de eso —respondió el beta.—¿Cómo están las cosas en la mansión?—Mal. Papá está rodeado de sus alfas secuaces y de los Leblane, es imposible acercarse a él.—¿Ni siquiera tú puedes acercarte?—Siempre dice que está ocupado, que no puede atenderme. Revisé las comu