Vanessa aún sentía que el corazón le palpitaba con fuerza, apenas estaba recomponiéndose del beso y de todo lo ocurrido, cuando escuchó el fuerte llanto de las niñas, se separó de Ryan, y corrió adentro.
—No me quiero ir con la abuela —sollozaba Hope, abrazada a Ava.
—No permitiré que te lleve —aseguró Ava, también abrazada a su amiga.
Vanessa se estremeció al verlas, apretó sus puños, prefirió no decir lo que pensaba de Rose en su mente, pero no era nada bueno.
—Tranquilas —dijo Vanne, se acercó a ellas, las abrazó—, ya se fueron, y todo está bien, no lloren.
Ryan en un par de zancadas se acercó a ellas, el corazón se le encogió en el pecho, se acercó a ellas, las abrazó, sus dedos rozaron los de Vanessa, y de nuevo aquel corrientazo los sacudió, se miraron a los ojos, y el recuerdo del beso se hizo presente.
A Vanessa el estómago se le encogió, y la mirada de Ryan se volvió oscura, volvió a centrar su atención en los labios de ella, y sacudió la cabeza.
«No es correcto, ella