—Son Ava y Hope —susurró conmovida. —¡Qué hermoso! —Se llevó la mano al pecho, mirando como las dos aparecían sentadas en unos columpios llenos de flores.
—Me alegra que te guste. —Ryan sonrió complacido.
—¡Es hermoso! —exclamó con la voz entrecortada sin dejar de ver el cuadro—, las has plasmado tan real, se ven tan felices ambas. —El corazón se le encogió.
Ryan deglutió la saliva con dificultad, inhaló profundo.
—Son dos ángeles —susurró.
Vanessa elevó su rostro, lo observó a los ojos, se reflejó en ellos.
—Así es, desde el día que supe que Ava venía en camino, se convirtió en mi motor, ella me dio las fuerzas para levantarme a pesar de que había días que sentía que las fuerzas me abandonaban, ver el tierno rostro de mi niña, me devolvía las esperanzas —confesó.
Ryan parpadeó, su mirada se cubrió de una fina capa de melancolía. A su mente antiguos recuerdos de la maravillosa mujer que era su madre se le vino a la memoria.
—Mi mamá decía algo similar. —La voz se le quebr