El preludio a la tormenta
Ivette se sentó en la cafetería del centro comercial con una extraña y macabra sonrisa adornando sus labios, sacó de su bolso el pequeño diario rojo, que guardó en casa de su hermana. Lo abrió y comenzó a hacer anotaciones, con aquel especial brillo demencial en la mirada.

Si seguía uno a uno los pasos que tenía en su diario, las cosas comenzarían a caer como piezas de dominó, preparadas con estrategia e inteligencia para acorralar a su presa y entonces dar el zarpazo final.

—Sí…, lo sé. Somos muy buenas en esto —murmuró a la vez que escribía oraciones sin sentido en aquel pequeño cuaderno rojo.

Alicia salió corriendo de la casa para buscar a Daniel. Cuando hubo llegado hasta donde él se encontraba, le costaba respirar y todo su cuerpo, incluyendo la voz, le temblaba, no sabía cómo dar aquella noticia. Sin embargo, debía hacerlo.

«Dios que no se convierta en tragedia», rezó.

—¿Alicia? —Daniel la miró acuso y sin comprender la razón por la que la joven se veía tan agotada. Parecía
Emma Richardson

Hola, saludos lectores, espero sigan en este viaje junto con los protagonistas de esta historia. Pueden comentar qué les parece. Besitos.

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