Tenía que deshacerse de los miedos antes de que se arruinara lo que aún no comenzaba. ¿Pero entonces, a qué se debía ese miedo arropando su interior? ¿Por qué sentía el aire comprimido en sus pulmones? ¿Y aquel vacío como presagio, azotando su corazón?
Si todo aquello tenía que ver con estar enamorada. Entonces de nada sirvió leer tantos libros que hablaban del amor, los obstáculos que yacían en el camino de este y como era superado por sus personajes, porque en la vida real, todo resultaba más intenso y el tiempo pasaba con lentitud, se vivía el amor de un modo intenso y con zozobras.
No todo puede ser perfección.
—Llegaremos a buena hora a Barcelona, allá almorzaremos en lo que esperamos el vuelo —anunció él con una sonrisa relajada.
—¿Barcelona? ¿Avión? —Una asombrada Katherine preguntó.
—No le tendrás miedo a los aviones, también, ¿o sí?
El tono burlón que empleó, no le pareció tan gracioso a Katherine quien contraatacó diciendo:
—¡Qué gracioso! Fíjate, no sabía que lo hacía