Elizabeth.
Me desperté con mucho ánimo, el pie ya casi no me dolía, además estaba muy feliz, los momentos tan maravillosos que Alex y yo vivimos aún seguían latentes en mis pensamientos.
Él, abrió su corazón al contarme tan importantes sucesos de su vida, había confiado en mí y eso me causaba mucha felicidad, también yo le conté algunas cosas que a nadie le habría platicado, pero con él estaba empezando a surgir una conexión muy especial.
Por lo menos ya no nos veíamos como una utilidad, sino que habíamos empezado a ser amigos, y eso era un gran inicio.
Me disponía a levantarme, pero todavía sentía algo de dolor al apoyar el pie, así que debería tener mucho cuidado para no lastimarme.
La puerta se abrió, y mis ojos se quedaron maravillados al ver a Alex vestido de etiqueta como la primera vez que nos vimos en su oficina, allí comenzó todo, el flechazo fue instantáneo, y a partir de ese momento ya no lo pude sacar de mis pensamientos.
- ¿Cómo estás?, ¿te sientes mejor?, preguntó Alex -