Harry también disfrutaba de su nueva vida, cada vez más. Emma estaba creciendo para parecerse cada vez más a Laura, pero su ímpetu, su energía y su dulzura eran suyos propios. A pesar de esos primeros años difíciles, la niña tenía una resiliencia increíble y un enamoramiento infantil por su padrino.
Al principio las pequeñas mellizas les había parecido muy bonitas, como muñecas. Pero a medida que veía a Daniel sostenerlas, besarlas y cargarlas; ya no les caía tan bien. Muchas veces había reaccionado con berrinches y llanto descontrolado cuando sentía que su padrino no le prestaba la misma atención.
- ¡Ni siquiera a mí me hace esto con Ryan! – Dijo Harry ofendido.
- Es que Daniel es su primer amor, Harry. Eso no quiere decir que no te ama – Le explicaba Amanda.
- Soy más guapo – Echaba leña al fuego, Daniel.
- ¡Claro que no le eres! ¡Eres más viejo! – Respondió Harry.
- Sigo siendo más guapo que tú –
Y es que Daniel la pasaba genial rodeado de “todas sus mujeres”; Deanna, sus hijas, Em