La escuchó sin entender lo que le decía. Cómo Leonard la había seguido hasta la casa de Philippa, su ataque de pánico, los detalles de la relación con su madre. Y luego le habló de la soledad en la que vivía, de las excusas que daba para dar rienda suelta a sus apetitos, de porque lo hacía realmente. Había sido un hombre triste, acorralado por el odio y el resentimiento. Pero ahora era diferente; ahora se comportaba como un padre para ella.
- ¿De verdad creíste que podría mirar a un hombre como él? –
- No sabía que pensar… Tampoco lo negaste –
- No, no lo negué. Estaba tan enojada y quería despojarme de todo lo que habíamos tenido así que preferí que creyeras eso. Sé cómo eres y sabía que iba a dolerte. Yo estaba tan dolida que esperaba que sintieras un poco lo mismo –
- Me he estado torturando todo este tiempo imaginándote con él, créeme que me dolió –
- Que bueno… -
- Eres mala… Pero pensándolo un poco, tienen similitudes ustedes dos –
- ¡¿Verdad que sí?! – Le dijo emocionada.
- ¿De