42° Confesiones nocturnas.

Maxwell y Rahyra se habían quedado el resto de la tarde en la habitación, el rey al parecer no tenía ganas de volver a salir y Rahyra no quiso preguntarle, parecía estresado y cansado y eso la preocupaba, cada día parecía más y más agotado, al parecer, los deberes de la corona de piedra eran estresantes.

— Pesada es la corona — le dijo él cuando ella le preguntó al respecto y Rahyra negó con la cabeza.

— Eres el rey, puedes delegar la mitad de tus responsabilidades — Maxwell estaba acostado a su lado y se volvió para mirarla, luego estiró la mano y la agarró del brazo para atraerla. La noche había caído y toda la habitación estaba iluminada solamente por una vela larga y delgada.

— No puedo, nadie hará las cosas como yo mismo — Rahyra se encogió de hombros.

— No puedes permitir que la responsabilidad te rebase, ¿qué harás cuando llegue la guerra y estés cansado para liderar al ejército? — Rahyra no le quiso decir que los ejércitos de Valyor ya habían salido del desierto, eso le corres
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