Rhaegal y Lyra:
—¿Podrías ir más despacio, por favor?—suplico Rhaegal desde detrás de la montura, aferrado con fuerza a la silla.
Lyra elevó la comisura de sus labios, sonriendo al bosque que se imponía ante sus ojos.
—¿Quién diría que un guerrero tan fuerte y poderoso como tu le temería a un caballo?—se burló ella, mientras pasaba a propósito sobre un tronco quebrado.
Por instinto, el caballo saltó, y Rhaegal se agarró de la cintura de Lyra. Al principio el contacto los sorprendió a ambos, pero al notar el leve temblor del cuerpo del hijo de la luna, ella comenzó a reírse.
—Eres cruel, Lyra—bufo Rhaegal cerrando los ojos, sin poder disfrutar demasiado aquel momento—. Demasiado cruel con un hombre que se enfrenta a su mayor temor solo para complacerte.
Lyra tiro de las riendas del caballo y detuvo su avance, mientras volvía el rostro hacia el.
—Ya llegamos, lobito—ronroneó ella sin poder quitar la sonrisa de sus labios—. Es gracioso ver a un anciano como tú tan atemorizado.
Rhaegal ba