Capítulo 88: En cada historia de amor, existe una taza con café.
Luego de aquel beso que fue bien correspondido por Juan Andrés, y que tanto anheló, él se acercó a saludar a su mamá.
—No debiste venir, no me iban a condenar —bromeó.
—Eres mi hijo, no podía dejarte solo, me da gusto que defendieras a esas personas, como dijiste debemos ayudarlos. —Sonrió y besó la mejilla de Andrés—, estoy muy orgullosa de ti.
Juan Andrés se estremeció ante la caricia de su madre.
—Gracias mamá.
—Nada que gracias, quién me va a pagar mis honorarios —refutó María Joaquina y carcajeó—, me debes una hermanito, pero te la voy a dejar pasar, porque a esos municipales abusadores de autoridad haré que los multan y los remuevan de sus funciones —sentenció.
—Te lo agradeceré, esa gente no puede seguir cometiendo abusos —rebatió Andrés apretando los puños.
En ese momento llegó a la delegación Joaquín de la mano de Cris, había llevado al niño a alimentarse.
—¡Papi! —gritó el pequeño, corrió a saludarlo abrazándolo a sus piernas. —¿Te peleaste con esos policías?