Ella con una mirada de confianza y como si ya hubiera ganado la batalla, los observo sin quitarles la mirada de encima instándolos a responder. Ernest pese a su renuencia aún no olvidaba el gran pesar que le provocaba esa niña.
Suspiro profundamente, y al final asintió.
Barbara estaba por comenzar a dar órdenes, cuando las palabras de Ernest la detuvieron abruptamente.
—A cambio de que declines ese contrato con la niña y divorcies a tu hijo de ella.
Por un instante ella casi arroja espuma por la boca. Quería utilizar la misma amenaza, pero entendió rápidamente que el viejo y el mocoso estaban perfectamente de acuerdo de alguna manera.
Preferirían morir que dejar ir esa oportunidad y lo peor era, que estaba casi segura de que Liliana estaría completamente de acuerdo con ellos. Y, pese a lo poco reconciliada que se encontraba, acepto de mala gana.
—Dandelion, trae el contrato de Liliana.
El secretario abrió la boca sorprendido por un segundo, pero inmediatamente salió a cumplir sus órde