—¡Qué locuras dices! —exclamé sonrojada.
—Ese hombre se babea por ti y tus curvas, cualquiera puede verlo— indicó y pasé todo el día angustiada con estas noticias.
Mi infierno no eran varios círculos, sino un gran circulo que se repetía y yo no podía salir. Los lobos me perseguían, se iban a ir, p