Por unos momentos las nubes grises que parecían amenazar con una tormenta se habían disipado y los suaves rayos del sol del atardecer cayeron sobre sus cabezas. Todo estaba preparado, Rob al pasar por su lado le pellizcó el trasero y le guiñó un ojo antes de irse a posicionar a su lugar.
Al parecer eso de ver a la novia antes de la boda a él poco le importaba, porque había dejado muy claro que no quería perderla de vista ni un solo segundo.
Mathew estaba a su lado, su hijito vestía igual a su padre, parecía un pequeño hombrecito elegante y llevaba sobre un cojín negro las alianzas de boda.
—Vamos, peque, sin esos anillos mamá y papá no podrán casarse. Tú eres el superhéroe de este día —le susurró Adeline a su hijo que se veía algo nervioso por tener a tantos desconocidos a su alrededor.
—Pero si no quieres hacerlo no pasa nada —se apresuró a decir Eve, pero su hijo la miró por unos segundos, asintió con la cabeza muy serio y solo dijo:
—Puedo.
El sol comenzaba a descender en el horizo