••Narra Kiara••
El gel frío sobre mi vientre me hizo estremecer. Alexander, sentado a mi lado, apretó mi mano con la suya, su pulgar trazando círculos tranquilizadores en mi piel. A cinco meses, la emoción de ver a nuestro bebé en la pantalla nublaba cualquier otra sensación. Habíamos decidido que el sexo sería una sorpresa, un último secreto que nuestro pequeño guardaría para el día del nacimiento.
La doctora Lexie deslizaba el transductor con suavidad, su rostro concentrado en la imagen en blanco y negro. Podía ver la forma irreconocible de nuestro bebé, esos contornos que a pesar de ser raros, ya me eran tan familiares en las ecografías anteriores. No comprendía lo que veía, nunca lo hacía, pero me gustaba.
El latido del corazón, rápido y fuerte, llenaba la habitación como un tambor.
De pronto, la doctora soltó un pequeño sonido. Un leve "oh" de sorpresa que se escapó de sus labios antes de que pudiera contenerse.
Mi corazón se detuvo. El aire se espesó de inmediato en m