Hay desiciones de vida o muerte, y me gusta pensar que la que tomé esa noche entra en esa categoría. Mi lado cobarde quedó ensombrecido a causa de las emociones que aquella voz profunda provocó en la boca de mi estómago.
Esa voz dio luz roja a las dudas que me asolaban, permitiendo que corriera en busca de unos zapatos, y que fuera el doble de silenciosa para llegar hasta la puerta principal y mover un conjunto de llaves que despertarían un batallón.
Y cuando estuve frente a él, su risa y la forma en que olía, no dejaron un rastro de arrepentimiento en mi cuerpo.
—Daniel, vámos. Dime dónde estamos —bromeo con él al momento de que me ayudara a bajar de la motocicleta. Me moría de frío, son embargo, podía sentir que estábamos a la intemperie.
Él se tomó su tiempo de acomodar al en la moto y tomar mi mano para dirigirnos .
—Estamos en el viejo farol de San Diego —reveló por fin, como si sonara orgulloso de haberme traído a ese lugar.
Me detuve en seco y solté su manonpara cruzar mis b