Capítulo 43

Las cuatro paredes de la habitación donde yo misma me había encerrado evitaban que fuera más allá dado que los pasos de un lado a otro eran incesantes. Agarraba mi estómago en señal de protección, acto que ya hacía de forma inconsciente. Esperando, simplemente esperando a que la puerta principal chirriara al abrirse para dejar pasar a la señora de edad.

Desde ayer, cuando Alexander me había obligado a mentirle a mi padre, me encerré en esa habitación y no había salido desde el mismo momento en que pasé el seguro de la puerta. Todo un día había pasado sin ingerir nada y aún así las náuseas volvieron como un clavel en la mañana. Expulsando sólo líquido. Sin embargo, no saldría, no a menos que Alexander abandonara el lugar y entrara su madre. Él, extrañamente por la noche, me dejó en paz, no usó sus llaves para arremeter contra mí. Quizás eso era la causa de la risa cínica que retumbaba cada vez que pasaba en frente de la habitación. Se regocijaba. Pero yo cerraba mis ojos y volvía mis
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