Capítulo 42

La fatiga empeoró. Las baldosas frías se volvieron mi refugio en los últimos días. Me abrazaba al retrete cada mañana. Los ácidos subían a mi garganta y con la misma rapidez con que lo hacían yo los devolvía. La cabeza, mis piernas... el cuerpo entero. Estos estaban envueltos en un entumecimiento y malestar constante produciendo un mal humor y pesadez. Sumado a mi desprecio por el encierro en que me estaban obligando a vivir estaba esto. Pero ni una palabra dicha, me lo guardaba todo. Lavaba mis dientes, caminaba derecha y con esfuerzo volvía a poner mi semblante neutro cuando el infame llegaba. Trancaba mi puerta y de ahí no salía por más que llamara mi nombre a gritos.

Me atormentaba. Tenía una profunda angustia porque no era estúpida o ilusa. Mis síntomas no eran de un virus estomacal o alguna enfermedad. Nunca fui enfermiza, los doctores alababan mi sistema inmunológico.

Las comidas de Alexander no eran sanas, pero al pasar un mes mi cuerpo se debió adaptar a ellas. Y no eran todo
Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo