Capítulo 2

En todo el día Marián no dejo de pensar en la herencia de su padre, en realidad aquella vez no quiso firmar por miedo a que su antigua pareja le quitara lo que podría obtener, pero ahora estaba libre y debía reclamar lo que era suyo. Si solo quedaba el nombre de la empresa alguien podría comprarlo y así obtendría para los gastos de la recuperación de su madre.

La habitación oscura fue alumbrada por la luz de una linterna cuando ella dio pasos hacia el interior del sótano, sus fosas nasales percibieron el polvo y a lo lejos se escuchaba el sonido de insectos hurgando en las cajas viejas de cartón. Divisó ropas y cosas antiguas de su padre, su mamá nunca quiso tocar las pertenencias de él después de fallecido, pero a pesar de todo era muy organizado, esos últimos meses de enfermedad dejo un archivador con todos los documentos de su compañía.

Rodó la primera gaveta hacia ella y metió la mano para sacar una carpeta y empezó a leer:

-"Empresas Bosques" construcción de piscina en el club Beach Party para la señora Teresa Castro, firma el ingeniero Leander Ramos.

Volvió a introducir el documento y leyó las pestañas de la segunda carpeta: -Construcción de hotel...construcción de casa... remodelación de apartamento... ¡Esto no es lo que estoy buscando! -Cerró y abrió la gaveta de abajo.

Leander Ramos, su padre, siempre fue un gran ingeniero al que todos admiraban, lástima que ella no quiso seguir sus pasos; a Marián solo le gustaba la cocina y la decoración, eso para ella eran cosas de hombres, por tal motivo él se lamentó no haber tenido un hijo varón, pero después de que su madre tuvo un inesperado aborto cuando Marián tenía un año, su madre no volvió a quedar embarazada.

Después de varios minutos de revisión por fin consiguió lo que buscaba, no tenía idea de la apariencia de los papeles hasta que se topó con una carpeta gruesa con su nombre en la portada "para Marián Ramos, heredera de Empresas Bosques".

El calor la estaba sofocando y la oscuridad la incomodaba, así que abrazando el libro salió del sótano y subió a su cuarto. 

-¡Marián!

 Escuchó mencionar su nombre a lo lejos, estaba impaciente por sentarse a leer, pero debía atender a su madre. Colocó la carpeta gruesa sobre la mesa de noche y se dirigió a la sala de estar.

-¿Quedó torta? -le preguntó la madre sentada en el sofá frente al televisor.

-Sí, ¿quieres un poco?

-Tráeme un pedazo, y una taza con té por favor.

Mientras esperaba que hirviera el agua para el té Marián pensaba en el contenido del documento que aún no había leído.

"Los deseos de mi padre siempre fue que me hiciera cargo de su empresa, hasta preparó una carpeta con mi nombre". En ese instante se lamentó de haber sido una hija de egoísta, el señor Leander siempre la invitaba a mirar sus construcciones, opinar sobre ellas, pero jamás lo acompañó a su trabajo, primero por estar estudiando en la preparatoria, después por estar enamorada y al traer sus maletas de vuelta al terminar su relación ya su padre se había jubilado, y más bien quiso que ella fuera feliz y le construyó la pastelería, eso fue su última elaboración, pero no lo hizo a nombre de la compañía, si no hubiese sido por su condición física la hubiese fabricado con las manos; se ayudó de los amigos albañiles.

Preparó dos platos de torta y dos tazas de té y las llevo en una bandeja para la sala de estar.

-Aquí tienes mamá.

-¡Gracias! Siéntate, acompáñame un rato.

Marián se sentó en el sofá de al lado, con una cucharadita picó un pedacito de la torta y se la llevó a la boca, las de chocolate son sus favoritas, si no fuera porque los clientes le piden de varios sabores solo hornearía de chocolate.

-Mamá, deberías ir a acostarte - le dijo una hora después cuando la vio medio dormida en el sofá.

-Sí, ya voy a lavarme los dientes.

Marián acomodó los platos y la taza en una bandeja y se dirigió a la cocina, después de fregar los platos corrió a su habitación.

Sentada en la cama apoyando la carpeta gruesa sobre sus piernas pasó la primera hoja del documento, varios planos de construcción es lo que divisó en las páginas siguientes, hasta que se detuvo en una de ellas que llamó su atención.

-¨Traspaso la compañía de Empresas Bosques del señor Leander Ramos a su hija Marián Ramos¨-  Una planilla con sus datos personales que debía llenar es lo que tenía enfrente-. Es todo lo que debí haber firmado hace tres años -pensó y después de leer para sí misma se dijo: - debo llevar los documentos para que mi nombre quede registrado.

Levantó la vista y miro hacia la pared de su cuarto mientras pensaba si sería una buena idea. -¿Que ganaré al tener mi nombre registrado en una compañía que no voy a manejar? -No era que no deseaba en ese momento hacerse cargo de la empresa que sirvió para mantenerla toda la vida, en realidad no sabía nada de construcción y no poseía dinero para invertirla- de todas maneras, que puedo perder, retiró las planillas y la hizo un lado, divisó a leer un contenido importante en la siguiente página que la hizo impactar.

-¡Una cuenta bancaria con una gran cantidad de dinero en su depósito! -Pegó un grito y luego se llevó la mano a su boca, su madre aún no debe enterarse de eso-. Nada es seguro -se dijo- ¡pero aquí está escrito! -Exclamó.

Siguió leyendo y miró tantas palabras que no las lograba entender de la emoción, al parecer había construcciones que su padre no pudo terminar, probablemente al Marián registrarse todo lo que quedaba de la compañía pasaría a ser de ella.

Una alegría inundó su cuerpo y su alma en ese momento ¿podría alcanzar a tener la posición millonaria de su padre? ¿Volver a tener todas las comodidades que poseía cuando era niña? Eso le cambiaría la vida a ella y a su madre. Llamaría a Cristina el día siguiente para indicarle que abriría el negocio tarde, a primera hora tendría que ir a registrar esos documentos.

Divisó la luna alta a través de la ventana cuando las doce marcaba el digital, su cuerpo tenía que descansar, pero no estaba segura si su mente la dejaría dormir pensando todo lo que podría llegar a hacer con el dinero, después de que su madre se recupere podrían vivir tranquilas sin tanto estrés, ampliaría la pastelería y contrataría a horneros y ayudantes de tienda.

Un sudor frío corrió por sus piernas después de apagar la luz, y no fue a causa del aire acondicionado, su papá siempre le recordaba que no debe contar los pollitos antes de nacer. Y la duda era... ¿estaría aún ese dinero en la cuenta de ahorros que ni ella sabía que existía?

                                                                             ***

Dio pasos apresurados atravesando todas las puertas del registro mercantil con las planillas llenas y firmadas en la mano.

-¿Estás segura que los documentos son legales? -Le pregunto la dama frente al monitor.

-Sí, mi padre me dejó la empresa como herencia, tenía que registrarlos hace varios años, pero yo no había venido -le dijo Marián sentada frente al escritorio. Unos nervios le entraron mientras observaba a la señorita introducir los datos en la computadora.

-¿Hay algún problema? -Preguntó impaciente.

-Veo que los documentos están vigentes, ¡felicidades por formar parte de Empresas Bosques!

-¡Gracias! - Una alegría sintió Marián en el momento.

-Estamos listos por acá, puede retirarse.

-Disculpe señorita -dijo antes de levantarse de la silla con una sonrisa- ¿no aparece allí si mi padre dejó alguna propiedad en construcción? O ¿si la empresa tiene algún terreno aislado?

-Aquí no me aparece eso, tiene que solicitarse quizás en otro departamento, yo solo me encargo de los registros empresariales.

-Sí entiendo, es que, como la empresa tiene muchos años abandonada... y volver a empezar de cero.

-¿Abandonada?, la empresa ha estado activa.

-¿Cómo es posible? -Un susto le entró de golpe a Marián que la hizo replicar-. ¿Cómo que está activa? Mi papá murió hace dos años, un año antes de su fallecimiento la traspasó a mi nombre, él era el jefe y dueño de la empresa.

-Señorita, no sé nada de su herencia familiar, si quiere saber más de Empresas Bosques puede comunicarse con su socio.

-¡¿Socio?! ¿Cuál socio? -Las palabras de la secretaria no dejaban de sorprenderle.

-Al firmar estos papeles usted pasó a ser socia de Empresas Bosques.

-¡Debe estar equivocada! Mi papá jamás me dijo que sería socia de nadie, debo ser dueña de la compañía.

- Señorita Marián, ¡¿cómo voy a estar equivocada si todo está registrado?! Mejor contacte a un abogado para que le solucione su problema -La expresión histérica de Marián hizo que la oficinista se enojara...

Marián trató de calmarse cuando observó que aquella no dejaba de señalarle la puerta. Se levantó de la silla, tomo las planillas firmadas y selladas del registro y antes de retirarse intentó hacer una última pregunta: -Pero, ¿quién podría ser mi socio?

-Alberto Carrasco, es el nombre de su socio, no puedo darle más información -le dijo la secretaria en un tono muy serio.

Marián caminó por los pasillos del edificio con pasos muy suaves con su cara pálida y pensativa pronunciando esa palabra una y otra vez.

-¿Socia? ¿Socia? - O su padre la engañó, o un amigo de él se quedó con su compañía.

Podría descubrirlo yendo al banco, debía cerciorarse de que esa cuenta bancaria estuviera activa, sus papeles indicaban que tenía un depósito de millones de dólares y debían estar allí. Se comía las uñas de la desesperación al entrar al banco.

-Quiero revisar si este dinero se encuentra allí por favor -le dijo impaciente a la cajera entregándole un documento de dos páginas. Aquella colocó los datos en la computadora y puso una cara de extrañeza.

-Un momento por favor -La señora se retiró por una puerta hacia otra oficina, esto hizo aumentar la impaciencia de Marián, regresó después de unos minutos y le devolvió las páginas por la taquilla-. Lo siento, esta cuenta ya no existe.

- ¡¿Cómo es posible?! - Un grito fuerte se hizo sentir en el lugar.

- Lo que sucede es que cuando a una cuenta no le dan movimiento automáticamente se cierra.

-¡No! ¡¿Que cómo es posible si tenía una gran cantidad de dinero allí?! ¡Era mi herencia!

-Si hubiese un depósito, no la habrían cerrado, alguien debió haber retirado ese dinero hace años -le dijo la oficinista convencida.

-Entiendo -le dijo Marián en voz baja y se retiró, ya le estaba dando pena que los demás clientes la vieran gritando desesperadamente.

Una cuenta inexistente, un dinero que pudo haber heredado y un socio desconocido estaban explotando la cabeza de Marián. ¿Qué había pasado? Y ¿qué hacer a partir de ese momento? Eran las incógnitas que tenía que descubrir.

                                                                    ***

-¡Pase! -Dijo Alberto al escuchar varios golpes en su puerta. Abrió el empaque y le pegó un mordisco al desayuno, cuando observó al caballero que entró a la oficina.

-Buenos días jefe.

-¡El artista de la empresa! Pasa delante.

-¡Buen provecho! -Le dijo después de sentarse.

-¡Gracias! Ya que estas aquí déjame informarte que tenemos un nuevo proyecto.

-¿Y cuál es?

-La remodelación de una peluquería, en un gran salón de belleza.

-¡Me encantaría diseñarlo! -Exclamó el arquitecto imaginando los planos en su cabeza.

-Tenemos que ir a ver el lugar, si la peluquera lo acepta podríamos demoler la estructura y crear los planos desde cero.

-Eso sería mucho mejor -dijo el arquitecto, luego esperó a que Alberto terminara de comer para decirle lo que lo incitó a entrar a la oficina-. Como a las ocho de la mañana llamaron por el teléfono de la oficina principal y como usted no había llegado yo atendí la llamada.

- Eres como mi mano derecha aquí en la empresa y es bueno que estés al tanto de todo-consideró Alberto con una cara sonriente, pero al ver el rostro serio del acompañante colocó una mirada de preocupación- ¿hay algún problema Juan Carlos? -Hizo la pregunta pronunciando su nombre de pila.

- Al parecer... -El arquitecto veía hacia el piso cuando afirmó con la cabeza, luego lo miró de frente- Alberto, estamos metidos en un gran problema.

Las intrigas se apoderaron de sus emociones al escuchar las palabras del arquitecto, de los cinco años que llevaba manejando la empresa no había un conflicto que no pudiera solucionar, pero el rostro de su amigo lo asustaba, podría tratarse de un problema mayor.

-¿De quién fue la llamada? -Preguntó Alberto con preocupación.

-Del señor Mario Díaz, el que compró la posada frente a la playa.

-Se la vendí el año pasado, le entregué todos los papeles ¿y que quiere ahora? ¿Una remodelación? -Lo dijo en un tono fuerte ya sabía que el próximo comentario del arquitecto no sería para nada agradable.

-Parece que hay un problema con los documentos... y que están falsos, y que no tienen terreno propio como les aseguraste -Juan Carlos quería salir corriendo ante los ojos penetrantes de Alberto que lo miraba fijamente demostrando una ira en su interior, sabía que la molestia no era con él, pero su jefe era de carácter fuerte y si hubiera sabido que la llamada era delicada no la hubiese contestado, habría preferido no intervenir en ese asunto.

-¿Y qué más te dijo el señor Mario?

-Lo vio como una e****a y quiere el reembolso del dinero.

-¡Ese negocio sucedió el año pasado! ¡No tenemos dinero! Lo he invertido, le he pagado a los trabajadores, compré material de construcción... debe haber otra forma de arreglarlo. -Alberto trató de calmarse para no caer en la desesperación, tomó un sorbo de café-... Debo hablar con mi abogado cuanto antes.

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