Capítulo 28

Ciudad de México.

En horas de la madrugada.

Ernesto sostenía entre sus brazos a aquella chica de cabello castaño y mirada grisácea, cautivadora. Ocultó su rostro en el hueco de su cuello, aspirando su dulce aroma, con notas de cerezas dulces y rosas mimosas.

Luego de tomar un poco de distancia entre ambos, su aceitunada mirada, recorrió con descaro la hermosa figura que tenía, admirando sus torneadas y largas piernas. Pasó saliva con dificultad al recordar cómo se enredaban entre sus caderas cuando le hacía el amor. Entonces sintió como su cuerpo reaccionó, por lo que sacudió sus rostro, para proseguir con el corto y entallado vestido en color plata que llevaba, con un sexy escote que le permitía poder ver sus curvados senos, pasó la lengua por sus labios saboreándolos, luego de unos segundos, prosiguió hasta encontrarse con la dulzura de su rostro. Aquellas finas facciones que poseía le encantaban. La acercó a él y la besó con gran pasión dejando que su lengua hurgara en el interior
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