Capítulo 4

Hugo Montenegro..

Hace unos años me fui a España por temas de estudio y al final decidí quedarme allá indefinidamente. Al principio mis padres no estaban de acuerdo, ya que ellos esperaban que yo regresara en cuanto terminara la universidad, pero yo sabía que si regresaba a América, mí padre me iba a obligar a hacerme cargo de la compañía y eso no era algo que yo quería. Después de varios años decidí regresar y quedarme durante algunos meses debido a la insistencia de mí madre. Lo único que me puso triste fue que mí novia Emma no puedo venir conmigo debido a que ella tiene su carrera de modelo en España.

Después de dos días de haber llegado a América, mí padre organizó una fiesta para presentarme a los accionistas y demás empleados de la empresa, porque cómo iba a trabajar allí durante el tiempo que esté en este país, él quería que todos me conocieran.

Al principio no estaba de acuerdo debido a que odio asistir a ese tipo de eventos, mucho más cuando toda la atención va a estar puesta sobre mí persona, pero al ver lo entusiasmado que estaba mí padre, al final terminé accediendo a ir a la bendita fiesta.

Ni bien llegamos al lugar donde se iba a realizar el evento, vi como todos los presentes se acercaban a saludar a mí padre, al parecer es muy querido entre sus empleados.

Mientras transcurría la noche, me fue presentando a varios empleados y personas importantes, entre ellos, a dos jóvenes accionistas que se habían sumado a la compañía hace poco.

En un momento de la velada vi que mí padre se quedó observando a alguien y cuando miré en la misma dirección que él, me encontré con una bellísima mujer que estaba parada cerca de la entrada. Ella estaba conversando con otra muchacha, sin darse cuenta que todos los presentes estaban cautivados con su belleza.

—Jenna ya está aquí. Iré a buscarla para que la conozcas —me dijo mí padre e inmediatamente fue hacia ella.

«Asi que esta es la asistente a la cuál papá siempre se la pasa elogiando. Vaya, que sorpresa»

Me quedé observando como la muchacha le sonreia a mí progenitor y luego ambos se dirigieron hacia donde yo estaba en compañía de los otros dos socios.

En cuanto llegaron junto a nosotros, mí padre la presentó con los otros dos socios y por último me la presento a mí. Yo le extendí la mano como un gesto de caballerosidad, pero en el instante en que mí piel rozó la suya sentí como una electricidad recorrió mí cuerpo de punta a punta. Era la primera vez que me pasaba algo así con una mujer y debo reconocer que eso me dejó bastante sorprendido.

Después de las presentaciones, yo me quedé en silencio observando como ella conversaba amistosamente con mis padres, al parecer tienen una relación bastante estrecha con ella.

Luego de unos minutos, Jenna se marchó hacia donde estaba la muchacha con la que estaba conversando al principio y por alguna razón que desconozco, yo no podía apartar mis ojos de ella.

Conforme la fiesta avanzaba seguí saludando y conociendo a más personas, aunque sin poder evitarlo, siempre terminaba dirigiendo la mirada hacia donde estaba Jenna.

En un momento de la noche me distraje para saludar a los hermanos David y Diego que ya se marchaban y cuando volví la vista hacia ella, Jenna ya no estaba.

Dí una mirada alrededor tratando de encontrarla, pero como no la vi, supuse que ya se había marchado por lo que me sentí un poco desilusionado.

Cómo ya estaba harto de saludar, decidí ir al baño para despejarme un poco y de paso iba a aprovechar a llamar a Emma ya que no había tenido noticias de ella en todo el día.

Una vez que estuve dentro del baño, le marqué varias veces, pero todas y cada una de mis llamadas se fueron directo al buzón, cosa que me hizo enfadar bastante.

Salí del baño dispuesto a regresar a casa ya que no tenía ánimos para seguir aguantando toda esta farsa pero cuando pasé por delante del baño de damas, veo que Jenna está siendo sujetada por una mujer y uno de los meseros.

Vuelvo a mirar a Jenna y me doy cuenta que no se va nada bien, al parecer estaba ebria aunque lo dudo porque no la ví beber demasiado.

Me acerco despacio hacia ellos para observar bien la situación y de repente, Jenna hace un brusco movimiento en el que perdió el equilibrio y logré sostenerla a tiempo antes de que cayera al piso.

– ¿Se siente bien señorita? ¿Qué tiene? ¿Quiénes son ustedes? – pregunto mirando al mesero y a esa mujer, es más que obvio que Jenna no se encuentra bien.

– Ayúdame, por favor. Solamente tú puedes ayudarme – dice Jenna en un susurro antes de perder el conocimiento.

Al sujetarla entre mis brazos puedo sentir como su cuerpo está demasiado caliente, casi como si tuviese fiebre.

– ¿Se puede saber qué querían hacerle? –les pregunto y ellos inmediatamente se miran entre sí.

–Yo solo estaba ayudando a Jenna porque está ebria. La iba a llevar a su casa y le pedí al mesero que me ayudara a cargarla a mí automóvil –me respondió la mujer notablemente nerviosa.

Había algo raro en su actitud lo que me llevó a sospechar que no tenía buenas intenciones con Jenna.

—No se moleste, yo me encargaré de llevarla a su casa —le respondí.

– ¿Usted? – preguntó la mujer.

– Sí, ¿hay algún problema con eso? Yo soy el hijo de Fausto Montenegro y le pediré a mi padre que lleve a la señorita a su casa. Así que no se preocupe que ella está en buenas manos.

Esa mujer me miró con desden y después se marchó en compañía del mesero.

En cuanto ellos se alejaron, yo cargué a Jenna hasta mí auto para poder llevarla a su casa, ya que ella estaba inconsciente y no respondía.

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Cómo no puede hacer que reaccionara, llamé a un amigo de mí padre que estaba en la fiesta, el cuál es un reconocido doctor. Mientras él la atendía yo esperaba pacientemente a que el guardia de seguridad de la empresa averiguara su dirección y una vez la tuve, regresé junto al doctor para ver que me decía.

– ¿Cómo está, doctor?

– Ella está bien, pero al parecer le suministraron alguna droga o afrodisíaco. Aunque por el nivel de temperatura de su cuerpo puedo asegurar que no fue mucho.

—Lo sabía, ella no tomó tanto alcohol como para estar ebria de esta manera – digo acariciando su rostro —Doctor, ¿que podemos hacer para ayudarla? ¿Tiene algún medicamento que le pueda dar?

–No traigo ningún tipo de medicina conmigo; pero si ella es tu novia, solamente deben tener intimidad y se sentirá mejor.

– Ella no es mi novia; apenas la conozco —le respondí con sinceridad.

– Entiendo, entonces, llévala a su casa y que le apliquen paños de agua fría. Eso ayudará a mantener su temperatura estable.

– Gracias doctor, eso haré. Y por favor, le pido que no comente ésto con mí padre. Yo me encargaré de decírselo después de la fiesta —le pedí estrechando su mano.

—No te preocupes. No diré nada, para eso existe el secreto profesional —me respondió.

Él tomó su maletín y después se marchó dejándonos solos en el estacionamiento. Yo me quedé observándola mientras pensaba quien sería capaz de hacerle una cosa así y porque.

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