Sabrina, al verla, levantó un libro.
—Rubí, ven a elegir los muebles que quieras.
Leonardo observaba a distancia, y murmuró entre dientes, visiblemente indignado:
—Ridículo. ¿Por qué ella tiene que quedarse con el mejor edificio?
Tobías lo miró con desaprobación.
—¿Qué tonterías estás diciendo? Los edificios son iguales. Solo que uno queda más cerca de la sala principal.
Leonardo bufó, pero al ver la mirada de su padre, prefirió no continuar. Rubí hojeaba el libro con tranquilidad. Mientras pasaba las páginas, Leonardo murmuró, casi en voz alta:
—Entonces yo viviré en el edificio del medio… por si ella intenta intimidar a mi hermana.
Tobías lo fulminó con la mirada. Leonardo se calló de inmediato.
Rubí terminó de elegir. No necesitaba muebles nuevos; estaba embarazada y no pensaba quedarse demasiado tiempo allí. Eligió solo un par de gabinetes y una cómoda que complementaran lo ya existente. No valía la pena complicarse o gastar más.
Luego regresó a su habitación para lavarse. Al cabo