Tobías, helado, fijó a Dereck una mirada tan intensa que su voz tembló de ira: —¿Pretendes echar a Rubí?
Por otro lado, Dereck estaba desconcertado.
¿No deberían estar felices de que él quisiera alejar a Rubí? ¿Por qué parecían aún más enfadados?
La expresión de Sabrina era especialmente molesta; se levantó, se acercó a Rubí y, dándole una palmadita en el hombro, dijo con suavidad:
—No te preocupes. Vámonos a casa.
Tobías, más directo por naturaleza, se levantó de inmediato y exclamó:
—Muy bien, vámonos. Parece que no estamos calificados para comer la comida de la familia Maxwell. Comeremos en casa.
—¿Señor York, cómo puede decir eso? —replicó Dereck, perplejo—. ¿Se marcha justo cuando acabo de llegar?
Luego miró a Rubí con frialdad y añadió con desdén:
—¿Todavía no te vas? ¿No conoces la vergüenza?
Dylan, asustado y molesto, tomó del brazo a Dereck y le dijo con insistencia:
—Abuelo, ¿cómo puedes echar a mamá? Mira, el abuelo y la abuela están enojados.
—¿Abuelos? —repitió Dereck con