Tobías frunció el ceño, sin responder de inmediato.
—Zoey, no te preocupes. Aún no he decidido cómo manejar este asunto. Incluso si la reconozco oficialmente, tu posición no cambiará —le aseguró con tono firme tras meditar un momento.
—Padre, eso no era lo que quería decir —respondió Zoey con serenidad. Su semblante era hermoso, inocente, y su mirada irradiaba sinceridad—. En realidad, quiero pedirle que traiga a mi hermana de regreso cuanto antes.
—¿Oh? ¿De verdad? —Tobías la observó con incredulidad. Sabía que Zoey era comprensiva, pero aquella actitud le resultó inesperadamente generosa. En la mayoría de los casos, una hija adoptiva no recibiría con tanta calma la aparición de la hija biológica de su padre.
Sin embargo, Zoey asintió con convicción.
—Mamá ha esperado día y noche el regreso de su hija. Y, al fin y al cabo, ella es la verdadera princesa, su hija legítima. Es solo cuestión de tiempo antes de que vuelva. Entonces, ¿por qué no darle la bienvenida cuanto antes? Mi hermana