Cuando ambos llegaron a la habitación, no encontraron a Zoey. Se miraron confundidos y estaban por marcharse cuando una sirvienta se acercó rápidamente y explicó:
—La señorita Zoey está en la habitación del señor Leonardo. Parece que él se niega a tomar su medicina.
Sabrina asintió, pero Tobías frunció el ceño y resopló mientras avanzaba por el pasillo.
—¿Cuántos años tiene ya y aún se niega a tomar sus medicinas? Debería comportarse como su hermana —gruñó con severidad.
Sabrina guardó silencio, sorprendida por el tono de su esposo. Tobías siempre había sido estricto, tanto en los asuntos familiares como en los diplomáticos. Esa expresión adusta se había convertido en parte de su rostro con el paso de los años.
Al llegar a la habitación de Leonardo, escucharon a Zoey reír suavemente mientras decía:
—Está bien, si tomas la medicina, no me dolerá más. ¿Cuántos años tienes ya, Leonardo, y sigues negándote a tomarla?
La expresión de Tobías se suavizó un poco.
—No me niego a tomar medicame