Capítulo 341

Dylan tampoco mostró demasiado interés. Miró a Serena y, con una seriedad que desarmaba, dijo:

—Gracias por su amabilidad. Mi mamá dice que los niños no deben comer muchos dulces, así que no, gracias.

Serena sonrió y, con ternura, se agachó para acariciarle suavemente la mejilla.

—Qué niño tan educado —comentó—. Le has enseñado muy bien —añadió, dirigiéndose a Rubí con una sonrisa genuina.

Rubí soltó una breve carcajada.

—Gracias por el cumplido. Nos vemos luego —respondió con amabilidad, y enseguida miró a Dylan—. Cariño, despídete.

—Adiós —dijo Dylan, sin dudar.

Cuando madre e hijo se alejaron, la sonrisa en el rostro de Serena se desvaneció poco a poco. Por alguna razón, sintió una extraña punzada en el pecho, como si hubiera perdido algo importante… algo que no sabía nombrar, pero cuya ausencia le dolía.

—Serena, ¿por qué estás en cuclillas en el suelo? —preguntó una voz femenina a su espalda.

Serena se volvió. Era su madre.

—¿Eh? No, nada… —respondió, poniéndose de pie apresurada
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