La sonrisa en el rostro de Zoey se desvaneció de inmediato, y su mirada se tornó fría e indiferente.
Weston se congeló un instante y rápidamente respondió con seriedad:
—No, no pienses mal, Zoey.
—¿Qué tienes en mente? —preguntó Zoey, escrutándolo con dureza.
Weston tragó saliva y guardó silencio. Zoey asintió lentamente, con una sonrisa helada.
—Te creo, Weston. Pero eso es lo que está mal con ustedes, los hombres: siempre desean lo que no pueden obtener y desprecian lo que tienen frente a ellos, incluso si es lo más valioso.
Zoey entrecerró los ojos y añadió con un tono lleno de sarcasmo:
—Mira a Noah. ¿No es ese exactamente su caso? Si no lo llevo conmigo ahora y le muestro cómo están las cosas, ¿crees que estaría dispuesto a rendirse? Si se arrepintió ayer y no quería lastimar a Rubí, podría cambiar mañana y volver a ayudarla.
Solo entonces Weston asintió con la cabeza y dijo:
—Zoey, lo has pensado detenidamente. Entiendo.
—Eso está bien —respondió ella con frialdad.
El auto conti