Rubí suspiró con impotencia.
—Dan, créeme cuando te digo que ninguna otra solución es mejor que esta. Escúchame. Soy la dueña del restaurante, así que también quiero que nos vaya bien.
Al escuchar esto, Dan asintió con resignación.
—Está bien, saldré a disculparme después de organizar lo necesario.
A Dan le dolía un poco la cabeza. ¿Cómo era posible que cada decisión que tomaban pareciera un riesgo enorme?
Después de colgar, Rubí recibió un mensaje de Marcus. El contenido era simple, pero reconfortante:
"Si no puedes más, avísame y vendré a ayudarte."
Al leer esas palabras, el corazón de Rubí se sintió cálido. Después de todo, contaba con el apoyo de Marcus, así que… ¿qué más podía pedir?
Cuando llegó a William’s Fast Food, los reporteros seguían allí. Rubí, acompañada de dos guardaespaldas, apenas había bajado del coche cuando los fotógrafos comenzaron a tomarle fotos, mientras Dan aún se disculpaba con sinceridad.
El guardaespaldas que bloqueaba el camino frente a Rubí se veía impon