En medio de su tormento, sonó su teléfono. Era Gavin. Con manos temblorosas, respondió de inmediato:
—¡Gavin! ¿Lo encontraron? ¿Cómo está Dylan?La voz de Gavin, cargada de urgencia, atravesó la línea:
—Señora, encontramos a Dylan. Cayó a una zanja, su cuerpo está entumecido por el frío… su vida está en peligro.El corazón de Rubí se detuvo. Sintió que la sangre le abandonaba el rostro y todo su cuerpo empezó a temblar. Apenas pudo articular las palabras:
—¿Dónde está ahora?—Lo llevaron de vuelta a la mansión. Tres médicos ya lo esperan. Regrese de inmediato —respondió Gavin sin rodeos.
—Está bien, voy enseguida —contestó ella con voz quebrada, y echó a correr montaña arriba.
Colg&oacut