Rubí lo miró, confundida.
—¿Estás diciendo que… te malinterpreté? ¿Que no hiciste esas cosas? Pero… ¿no te gustaba Serena? ¿No me trataste siempre como su sustituta? Eso no puedes negarlo.
El ceño de Marcus se frunció con frustración. Ante la obstinación de Rubí, sintió una mezcla de enojo e impotencia. Esta mujer era increíblemente terca.
—Piensa lo que quieras —suspiró al fin—. ¿Qué quieres que haga?
Rubí lo miró sorprendida. Sus palabras le sonaron extrañas, pero aun así, recordó lo que quería pedirle.
—Yo… necesito que me hagas un favor.
—¿Un favor? —Marcus la observó con interés. Recordó lo que Gavin le había dicho y, aunque su ira disminuyó, fingió indiferencia—. ¿Qué puedo hacer por ti? Cuando te reuniste con Noah en ese café, ¿por qué no le pediste ayuda a él?
Rubí abrió los ojos, incrédula, y replicó con enojo:
—¿Me seguiste?
Marcus se tensó un instante, dándose cuenta de su error. Pero sin rastro de vergüenza, tosió y contestó con frialdad:
—Los paparazzi te fotografiaron. S