Capítulo 28. Un atisbo de esperanza.
Fabricio se encontraba parado en la entrada del hospital de la Santísima Trinidad esperando a Bianca, tenía muchas ganas de verla. Ya no era la jovencita asustada del pasado, se había transformado en una mujer maravillosa cuyo carácter se había forjado en el dolor. Lorenzo y él habían sido amigos toda la vida, pero en ese momento su mejor amigo no le caía muy bien, porque se estaba comportando de manera horrible con Bianca y se estaba aprovechando de las carencias y necesidades de la chica.
Un coche de lujo se estacionó frente al hospital y Fabricio bajó los escalones con prisas para abrirle la puerta a Bianca, su sorpresa fue mayor al ver bajar de este a Lorenzo, su amigo lo saludó antes de abrirle la puerta a su esposa y tenderle la mano para ayudarla a salir.
―Hola, Fabricio, gracias por venir a ver a mi abuela ―dijo Bianca con una sonrisa.
Lorenzo la mantuvo a su lado, con un brazo puesto posesivamente alrededor de su cintura, algo que Bianca agradeció, después del momento incómod