MARÍA MURILLO
Ver la cara de Isabella y Gabriel fue interesante, eran una revoltura entre sorpresa y horror.
—¡¿Tú?! ¡¿Qué carajos haces aquí?! —exclamó Gabriel acercándose furioso a Daniel, pero este no parecía tener miedo.
—Vine a ayudar a una vieja amiga —contestó Daniel con apatía, restándole importancia—. Si nos permite, señor Silva, tenemos que trabajar y estamos contra reloj.
—¿Qué ocurre, doctora Murillo? ¿Se preocupó de mis amenazas y buscó refuerzos? Traer a Daniel no cambiará nada, incluso lo empeorará —insistió Gabriel dedicándome una mirada asesina que fue bloquea