ISABELLA RODRÍGUEZ
—Señora Silva, hará un surco en el piso si no deja de caminar así —dijo el mayordomo apenado mientras me veía andar de un lado a otro frente a la puerta principal.
Mi celular había desaparecido, así como mi ropa. Lo peor de todo es que me encontraba de nuevo encerrada en la mansión, todas las puertas y ventanas estaban bajo llave. Ahora si era buen momento para arrepentirme. ¡¿Cómo pude volver a caer?!
—Señora Silva, relájese… ¿Quiere que le prepare un té? —preguntó Guillermina con una gran sonrisa.
—No me digan así, no soy la señora Silva… y lo que quiero es salir de aquí —dij