ISABELLA RODRÍGUEZ
—Entonces… tú pídeme que deje de pelear por ese dinero… —dijo Gabriel en un susurro que paralizó mi alma—. Pídeme que abandone esta pelea, que renuncie a esa fortuna, por ti. Pídeme que abandone mi mundo y me pierda en el tuyo… contigo… tomado de tu mano.
Mi cabeza hizo corto circuito, me animé a verlo a la cara, queriendo buscar cualquier indicio de burla, pero sus ojos parecían agónicos, su semblante no era el de siempre, como ese hombre frío y arrogante, por el contrario, parecía un niño triste y con miedo. Tomó mi rostro entre sus manos y pegó su frente a la mía.
—Pídeme que renuncie a todo por ti y por mi hijo… —agregó contra mis labios y no podía creerlo—. Solo prométeme que no volverás a dejarme, que no volveré a sentirme tan jodidamente solo y miserable sin ti. No tienes ni puta idea de cómo te n