Damián. -
Salto del auto y camino hacia la entrada del colegio de Martina, no me preocupo por nada ni por nadie, solo quiero llegar y saber qué mierda le pasó.
— Señor… deberíamos de avisarle a la señora Olivia –el chofer de mi esposa hace que me detenga. Cuando corrí hacia el estacionamiento, después de recibir la llamada, estuve frente a mi auto y me di cuenta que no tenía idea de donde estudiaba mi hijastra. El chofer que le impuso mi abuelo a Olivia estaba puliendo la camioneta y no me quedó otra opción que pedirle que me trajera.
— No sabía que entre tus funciones estaba entrometerte en la vida de tu jefa –reclame–. Si la situación es grave yo mismo la llamaré.
Me doy la vuelta y el portero abrió la boca al verme y me siguió con la mirada lo que fue beneficioso para que no me impidiera entrar, mientras caminaba miré a detalle el colegio. No es una élite como en la que nos educamos mi hermano y yo, pero tiene algo, se respira un aire de optimismo y ambición, con toques modernos