Bien, había sido atrapada en medio de una actitud poco profesional de la que me esperaba un regaño, un grito, o un despido si Lemuel tenía la capacidad de leer mi mente.
—¿Nos puedes dejar a solas Lucía? — pide en cambio Lemuel.
—Sí, sí ¿cómo no? — respondo rápidamente levantándome de mi puesto.
Pero Leandro reacciona de una manera más calmada. Toca mi muñeca con suavidad.
—No tienes que retirarte, termina tu comida por favor — dice amablemente, después a su tío en el mismo tono — Habla tío, ella es de confianza.
La forma en la que Leandro toma de regreso su plato cerca de él para continuar comiendo, y la forma en la que actúa como si nada inapropiado hubiese pasado, ayuda a calmar mis nervios. Alejo un poco la silla de él y me dedico a comer pretendiendo lo mismo.
Otro que pretende es Lemuel que, a pesar de no dejar de analizarme por un buen rato, desiste de su irritación y toma el semblante que bien le conocía, el de estoico.
—Los accionistas quieren que regreses.
—No estoy preparad