Cada pequeño paso dado por Leandro era impulsado con tres toneladas de paciencia y arduo trabajo de la gente que le rodeaba. Por eso, que hoy luego de días y días convenciéndolo de subir hasta la azotea, lo estuviese haciendo, era sin lugar a dudas un triunfo más.
Hugo carga las muletas detrás de mí y yo estoy sacando el seguro de la puerta que da con esta área de la mansión Brown. Al salir, el sol está agradable y el verdor nos recibe. Escucho un silbido de admiración de mi compañero.
—¿Cómo descubriste un lugar así de bonito? — pregunta apreciando su belleza.
Tenía mucha belleza de por sí después de mi limpieza, pero necesitaba de más. De reemplazar los vidrios deteriorados y llenar con más vida las macetas vacías.
—Tengo una fuente secreta — respondo para dármela de misteriosa.
Mi fuente secreta era solo una señora que tenía trabajando aquí mucho tiempo.
—No debe ser cualquier fuente, hasta llave necesitaste para abrir — él deja las muletas a un lado recostadas de la pared más cerc