En pasos lentos, André se despegó de su lugar, dejó el puro encima de la mesa donde estaba preparada una decoración para la cena, y se acercó a Samara agachándose un poco, metiendo un mechón de su cabello detrás de la oreja.
—Te ves fantástica, hermosa… la más bella de todas… mi novia, y mi futura esposa… —Samara sonrió un poco y sus mejillas se tiñeron de rojo al instante—. No te avergüences conmigo… —André alzó su mandíbula, y con la otra mano acercó su cintura—. Pronto… seremos marido y mujer… y no habrá nada oculto de ti para mí…
A ella se le borró la sonrisa instantáneamente mientras André sonreía dándole un beso en la frente.
—¿No me abrazas? ¿No abrazas a tu prometido de verdad? —preguntó cerca de su oreja, y ella se apresuró a envolver su cuerpo.
Los ojos de Samara se cerraron de golpe cuando él también la abrazó y pegó su cuerpo contra de forma atrevida.
—Hueles delicioso… —Volvió a decir en tono seductor, restregando su nariz en el cuello de ella.
El cuerpo literalmente